Un 5 de julio de 1961 se promulgó la Ley Nº 704, de “Derechos Políticos de la Mujer”, con la cual las paraguayas obtenían el derecho a votar y a ser votadas. Desde hace apenas 60 años las mujeres en Paraguay alcanzaron el estatus de ciudadanas y pudieron ejercer su derecho al sufragio.
La obtención del derecho al voto significó una lucha de varias décadas. Para conmemorar esta fecha, es necesario trasladarnos a 1951, época en que nace la Liga Paraguaya Pro-Derechos de la Mujer, cuyas integrantes son las principales impulsoras de la Ley 704.
La investigadora de historia contemporánea latinoamericana, Jazmín Duarte Sckell, señala que esta organización feminista estaba conformada por mujeres universitarias, la mayoría afiliadas al Partido Colorado, pero que tenían contacto igualmente con mujeres de otros partidos o movimientos, y a quienes no les era permitido expresarse políticamente.
La Liga tenía conexiones con la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA), a partir de la cual pudieron presionar internacionalmente por los derechos políticos.
Duarte Sckell, quien se encuentra realizando un doctorado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Colonia, en Alemania, menciona que existió todo un proceso de lucha por los derechos civiles y políticos de las mujeres desde inicios del siglo XX, luego de que la Constitución de 1870 y el Código Civil Vélez Sarsfield (adoptado de la Argentina) hayan discriminado a las mujeres, mucho antes de que inicie la lucha que efectivamente desembocó en el voto.
Sufragio en dictadura
Duarte Sckell, también socióloga, explica que la aprobación de la ley permitió al régimen stronista responder a las presiones internacionales, sobre todo de Estados Unidos, de tener más libertades y posar lo más cercanamente posible a un modelo de democracia electoral.
«Fue un factor extra utilizado, además de la legalización de una facción del partido liberal, para establecer elecciones ‘competitivas’ que permitan dar una ilusión de democracia. El antecedente antes de estas elecciones fue la disolución del Congreso en 1959 con la represión y exilio de estudiantes y políticos colorados antistronistas», precisa.
El primer año que se aplica la ley fue en 1963, la investigadora sostiene que hacen falta más estudios para conocer la forma en que las mujeres reaccionaron ante la nueva posibilidad y expectativa de sus partidos de que participen de comicios.
«Los números indican que fueron sobre todo consideradas votantes más que candidatas, ya que la cantidad de mujeres que accedió al parlamento durante toda la dictadura no sobrepasó a tres en alguna de las cámaras y en su mayoría solo ingresaban coloradas. Es decir, las mujeres con aspiraciones a candidatarse tuvieron que enfrentarse a la propia discriminación partidaria de los hombres que armaban las listas, aunque legalmente ya se les estuviera permitido ser parte», comenta.
Añade que la participación de la mujer era muy bien descrita por Doña Coca, una de las principales parlamentarias liberales de la época: “Yo no estaba de acuerdo con el papel que le querían y le quieren dar a la mujer en la política que es de vender entradas, fritar empanadas y trabajar solamente en asistencia social. Fue así como salimos al campo para concienciar a los campesinos, recorrimos toda la república prácticamente en momentos muy difíciles hicimos una campaña para que la mujer también ingrese a los comités, conseguimos elegir a muchísimas mujeres convencionales para asambleas y tres presidentas de comités. La campaña era no aceptar ningún cargo de comisión de fiestas que no fuera mixta, es decir, queríamos que la mujer ocupara su lugar de acuerdo con su capacidad (Carmen Casco de Lara Castro, 1989, citado en Amorim da Silva 2016)».
Duarte Sckell relata que el sufragio, en el contexto de la dictadura, no significaba un real ejercicio de la ciudadanía para nadie, pero para las mujeres implicó una conciencia de igualdad frente a sus pares hombres, la nueva notoriedad que tienen como grupo de votantes dentro de los partidos, acceso a actividades y expectativas antes no existentes, y por supuesto, a mayores beneficios de las redes clientelares partidarias. Aunque fuera simbólico, aquellas mujeres que no estaban de acuerdo con la dictadura podían votar (por primera vez) en blanco.
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— misionesonline.net (@misionesonline) July 5, 2021
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