La ingeniera agrónoma Gabriela Silva Dico del Servicio de Extensión Yerbatero del INYM, señaló la importancia de la aplicación de prácticas conservacionistas: “El suelo que se pierde, no se recupera más”. Estas prácticas se llevarán a cabo en el yerbal de Panasowich, en Colonia Alicia.
En una jornada, el viernes pasado (19 de marzo), en el yerbal de Darío Panasowich, en Colonia Alicia, la técnica Silva Dico y sus pares Matías Bazila y Mara Schedler, todos del INYM, socializaron junto a los productores las prácticas conservacionistas orientadas a que el agua que cae con las lluvias permanezca en las chacras y no se lleve los nutrientes del suelo.
“Debemos cuidar el suelo porque es un factor sumamente importante; el suelo es vida y el suelo que se pierde, no se recupera más”, dijo Silva Dico.
Por eso el INYM promueve la sistematización, que no es otra cosa que prácticas conservacionistas que evitan el escurrimiento del agua de lluvia y la consecuente erosión del suelo, como curvas de nivel, construcción de lomos de burro en caminos internos, manejo de camellones en caso de ser necesario, y enseña sobre cuándo y cómo realizar movimientos de suelo, como el subsolado.
Prácticas conservacionistas: puntos fundamentales
“Los primeros diez quince centímetros de suelo, que es lo primero que se pierde, son los de mayor fertilidad”, advirtió la ingeniera, al tiempo que recomendó “aplicar esa prácticas y barreras vivas, como la caña de azúcar o el pasto elefante, que atajan el escurrimiento del agua”.
Pero, además, el suelo debe estar cubierto todo el año. “Hay que mantenerlo con todo tipo de materia orgánica, ya sea cobertura espontánea o implantada, así mitigamos las altas temperaturas cuando hace mucho calor y logramos un menor impacto de las gotas de lluvia cuando cae torrencialmente; también es importante hacer el menor laboreo mecánico posible”, señaló Silva Dico.
Por su parte, el ingeniero agrónomo Marcos Kubizen, del Área Técnica del INYM, hizo notar que “estamos en una región donde el régimen hídrico es cuasi isohigro, o sea que todos los meses llueve casi la misma cantidad de agua”. Entonces, continúo, “el impacto de las gotas de lluvia sobre el suelo, si no está protegido y no reúne condiciones para que se infiltre, es dañino porque lo arrastra, resta fertilidad y disponibilidad del recurso; en cambio si hacemos estas prácticas, vamos a generar condiciones para que el agua ingrese al suelo, permanezca por más tiempo y los nutrientes también queden para un yerbal con más hojas”.
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