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El calvario de los migrantes

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Los migrantes comienzan su viacrucis cuando las condiciones de vidas en sus lugares de orígenes son invivibles, antes de tomar la decisión de movilizarse han soportado hambre, inseguridad, temor a no poder sostener la familia, perdida de sus bienes y calidad de vida,  en otros casos persecución, presión, acoso, violencia institucional o lo que es peor, quedan en medio del escenarios donde mafias organizadas ejecutan o planean sus crímenes.

También se dan casos donde la violencia es generalizada;  lógicamente los desastres naturales son una causa  recurrente y cargan  con un número importante de desplazados internos y hacia el exterior, el primer derecho que tenemos es la vida, y las personas además tienen el instinto natural a preservarla, por tal motivo deben abandonar los lugares donde la vida está en riesgo, así se inicia una salida improvisada o con mejor suerte planificada.

 

Esto es el origen y principio de otro calvario que tiene que ver con lo que implican las rutas migratorias y los recovecos formales presentes en los lugares de destino.

Empecemos a describir los peligros que existen en las rutas migratorias;  primero es el impacto que generan  desde lo político poniendo en evidencia al país de origen con sus factores expulsores, la de estos  cuando son causa de expulsión, es obstruir las salidas con más limitaciones de derechos o haciendo de  las necesidades de salir de las personas un negocio, donde se pagan altas sumas por algún documento que acredite identidad o por permitir la circulación.

 

Por otro lado organizaciones criminales aprovechan la circunstancia en las que están los fragilizados migrantes y operan para sacarle provecho. Hablamos de traslados por pasos no autorizados, por caminos donde se pone en riesgo la vida cobros de enormes cantidades de dinero para movilizarlos y por lo general después de ser robados los abandonan en caminos desconocidos, explotación sexual, prostitución, tráfico de órganos, narcotráfico y esclavitud moderna entre otros; este el caso de los migrantes de américa central a EEUU, de África, de Asia y América Latina con Venezuela como un cruento ejemplo.

 

En el 2019 los migrantes de américa central a EE.UU. dejo un saldo de 810 muertos, en Mozambique hallaron recientemente un camión con 64, hace unos meses fue en  Inglaterra 34 cadáveres dentro de un camión.

 

La migración Venezolana ostenta hoy el triste record de ser la población con más muertes de las comunidades migrantes  en Latinoamérica.  Solo hacia el Caribe se sabe del hundimiento de al menos dos embarcaciones con 90 personas como saldo de muerte.

Colombia publica sus cifras sobre la migración venezolana, 1666  muertes violentas desde el 2017 eso es entre dos y tres migrantes por día,  más conservadoras son las cifras de la ONU, pero sin embargo señala que durante el 2019 Venezuela obtuvo el primer lugar seguida de Haití (59), Guatemala (55) y Honduras (42).

 

La ruta de los Andes para la Migración Venezolana ha sido tortuosa y en muchos casos siniestras, la falta de claridad en las legislaciones, el colapso de las instituciones ante la migración masiva, la poca indulgencia de los funcionarios de atención y la imposición de criterios personales, o aprovechamiento, autoridades licenciosas ante el florecimiento de xenofobia, racismo y discriminación,  lucro y otras expresiones más coercitivas a impuesto a la migración de más tragedias y sufrimientos.

 

Hay mucha gente haciendo negocios con la vida de los otros y estos otros tienen muy poca posibilidad de defenderse, las normativas de protección lucen como un cadalso donde se discute sin fin mientras las cuentas se llevan con cadáveres y sufrimiento ajeno, parece que los tiempos institucionales o las voluntades caminan por la vereda del frente de espaldas a la migración,

Las praxis de poder en algunos lugares o el ineficiente accionar por los derechos fundamentales se facturan muy caros sobre la piel de quienes vienen cargando el sufrimiento.

Por otro lado en Latinoamérica la inexperiencia de los gobiernos ante el fenómenos de la migración masiva se ha cobrado con mucho sufrimiento y muerte de quienes las circunstancias los llevaron a la vulnerabilidad, sumemos también el acomodo a las ideologías y posiciones  geopolíticas y geoestratégicas que no ha dejado que se atienda de manera honesta conforme a los derechos humanos en varias latitudes.

Sería importante tener como principio que el sufrimiento no se justifica por ideologías, razas, credos, colores de piel o géneros y desde allí hacer un verdadero abordaje de derechos humanos.

 

Tal parece que los migrantes son un problema en la percepción de los gobiernos, aun cuando estamos claro que una parte importante de la población de estos países inclusos quienes ostentan el poder han venido de otras latitudes en primera, segunda o tercera generación, pero como la memoria es cortoplacista e inconveniente en muchos casos es mejor no desenfundarla.

Otra voz tendríamos si con justicia se logra capitalizar las migraciones, incorporarlos a la vida productiva, simplificar en los países de rutas migratorias los procesos de identificación, radicación e inclusión social, con los cercano que son los países latinoamericanos, que los migrantes que los atraviesan tienen problemas con la identificación en cada uno de ellos, es una simple muestra de falta de acuerdos y voluntades, un documento de la Comunidad Andina o del Mercosur, o de la región pudo haber evitado mucho desgaste en varios países. Que las mesas de trabajo intergubernamentales  identifiquen problemas y propicien soluciones eficientes no es una utopia, si lo es pensar que la solución está en parcializarse sostener y oxigenar los factores de expulsión.

 

Por: José León Toro Mejías

 

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