“Yo soy el único hijo que tuvo Juan Manuel Manubens Calvet…por lo menos en esta zona”, dice Manuel Antonio este jueves, sentado a la sombra de un árbol en Villa Cabello, al oeste de Posadas y en la calurosa tarde de invierno; justo un día después de haber recibido la noticia que esperaba desde hacía 39, 40 o 41 años, según quien cuenta los novelescos episodios que debió vivir en su búsqueda de reconocimiento paterno.
“En realidad la Justicia ya había fallado antes, pero aparentemente no era el tiempo…ahora es el tiempo” dice, con la calma que lo caracteriza, Manuel Antonio Manubens Calvet o Manuel Maidana como fue su nombre hasta lograr el reconocimiento legal de su origen paterno, tan discutido y apelado principalmente a partir del fallecimiento del millonario cordobés, Juan Manuel Manubens Calvet.
El correntino afincado en Misiones y larga trayectoria como empleado de la Administración Pública Provincial no para de recibir llamados, visita de medios y periodistas que quieren ahondar en los vericuetos de cada uno de los episodios que debió transitar Manuel Antonio hasta llegar hoy el día final del calvario.
Como tantas historias en los campos argentinos, la suya repite el ritual del rico hacendado que llega a la estancia y deja descendencia de la que no se hace cargo; hasta que el tiempo y la tenacidad escribe el final glorioso: el reconocimiento paterno negado y vapuleado por sobrinos, parientes y amigos “poderosos” de la pampa central.
“Yo era pequeño cuando me enteré, nadie iba a inventar algo así, menos la gente en los Esteros del Iberá, Don Juan venía en avión a la estancia Santo Domingo que era de una familia muy rica, de Corrientes, de apellido Patri Cremonte, cordobeses, pero vivían en Corrientes. Mi mamá era empleada de esa estancia, que sigue hoy allí, en los Estaros del Iberá”, comenta sobre cómo fue que tuvo las primeras noticias de este padre ausente. Y soslaya un proyecto que no quiere revelar: “Yo fui una vez y estoy por ir otra vez en estos días…y si Dios me ayuda posiblemente, no me quiero acelerar…pero posiblemente me vayas a hacer una nota allá” le dice al cronista de Misiones Online.
En estos largos años de lucha, reconoce Manuel Antonio el acompañamiento incansable de “una familia valiosa, corajuda, mis hijos varones, uno es policía y otro trabaja ahí por la calle Junín, otra hija que ya falleció, pero me acompañó siempre a Córdoba, otra hija y su esposa, a quien conoció en Bernardo de Irigoyen, cuando fue a trabajar a LT 46, la radio que pertenece a la red de multimedios del Estado Provincial.
En un relato que va encadenando hechos, emociones, anécdotas y justificaciones -porque lleva en la piel grabada las miles de estrategias que llevaron adelante abogados y parientes lejanos de su padre y siente que todo debe ser demostrado, probado fehacientemente-, destaca su mayor valor: “Mi riqueza y mi orgullo es mi conducta intachable”.
El fallo y la herencia
La cobertura de los medios nacionales habló hoy del correntino-misionero en grandes titulares. La novedad del día fue que finalmente el juez civil de la ciudad de Córdoba, Carlos Bustos, entregará el próximo viernes las propiedades que eran de este hacendado a sus herederos y dará por terminada una novela que comenzó con la muerte del millonario en Villa Dolores 39 años atrás. En total se repartió entre varios grupos de beneficiarios, con un 40% del total para el pago de acreedores que se acumuló en dos años de juicio, un 35% será dividido entre las cinco familias que surgieron de los hermanos de Manubens Calvet y el 25% restante entrará en posesión de empresas «off shore».
El “padre millonario”
Sobre el estanciero que murió en 1981 se sabe que a los 14 años decidió comenzar a acumular dinero de lo que dé, consiguiendo así volverse millonario para los 25 años. A los 30 era considerado un “fuerte productor agropecuario de la ciudad de Villa Dolores” según la prensa local y con solo 40 años era poseedor de una de las mayores fortunas de América Latina, también ocupando cargos políticos en el proceso, como diputado nacional y dos veces intendente de su ciudad natal.
Cuando falleció, a los 77 años, se desató una batalla legal entre sus allegados y personas que decían ser familiares del multimillonario. La misma terminó esta semana, 39 años después.
Uno de los episodios más interesantes fue el caso de la mujer paraguaya llamada Dolores, que aseguró ser la única hija de Manubens Calvet. Llegó a Argentina con el apoyo del dictador Alfredo Stroessner, acompañada por el martillero Jorge Norberto Olivero (esposo de la ex funcionaria de la AFI Silvia Majdalani); el obispo de Venado Tuerto, monseñor Mario Picchi; y José Luis Cora, que se jactaba de ser asesor del Vaticano y era en realidad el autor de toda la maniobra. El desenlace: fueron acusados de estafadores y terminaron presos. Picchi tuvo prisión domiciliaria por su edad y a Olivero, que estuvo detenido en Devoto, el ex presidente Carlos Menem lo benefició con una amnistía.
El gran “ganador” de esta batalla legal, según apuntan algunos algunos, parece ser el correntino Manuel Manubens Calvet (antes Maidana, que nació en los Esteros del Iberá). Llegó a la causa asegurando ser hijo no reconocido del empresario, con un documento que aseguraba la veracidad de sus dichos.
Por último, algunos reportes indican que un poco más de un quinto de la fortuna de Manubens Calvet será tomada por empresas fuera del país que «fue comprado por un grupo de empresas offshore, que no fueron identificadas por la Justicia». Con esto en mente, se estima que los familiares recibirían 56,4 millones de dólares, 90 millones serán posesión de la justicia y el resto, 22,6 millones de dólares, iría a estas firmas fantasmas.
Manuel y su versión
“Esto se publicó en todos los rincones de la Argentina. Ayer me llamaron dos medios del sur de Córdoba. Allá, antes, era no creíble mi historia, porque creían que don Juan Manuel nunca iba a andar por Corrientes y esta estancia en los Esteros del Iberá tenía su propia cancha de aviación”, sostiene mientras busca papeles, recortes y reitera su verdad.
“Estaba cumpliendo 13 años -14 o 15- y me fui a la capital de Corrientes y un primo mío que trabajaba en la estancia Santo Domingo donde yo nací, que se llama Ramón y le decíamos Moncho, me dijo ‘mirá Manuel yo escuché comentarios, andá a hablar con la familia Patri Cremonte, muy conocidos, esa gente sabe’…En ese momento no me interesó; después de un tiempo fui y hablé con ellos. Fui y hablé con Luis Patri y me dijo ‘Sí, mi hijo, es mi gran amigo y viene cada tanto a mi estancia Santo Domingo donde vos naciste, donde tu mamá, doña Julia Valenzuela, porque yo estaba con el apellido de mi abuela, decían que si hablaba, mi papá iba a venir a llevarme cuando yo creciera…tengo pruebas de lo que digo. Crecí ahí en los Esteros del Iberá y después me trajeron para hacer la escuela en Ituzaingó”, continúa el relato de la búsqueda de su identidad.
“Mi mamá era una correntina muy reservada, hablaba solo en guaraní y solo algunas palabras. Yo le traje a Misiones y sobre el tema me decía ‘con el tiempo vas a saber’ y hasta ahí nomás, porque le molestaba que le pregunte. Hoy en mi familia todos ya llevan mi apellido” (el que la Justicia le asignó: Manubens Calvet).
“Yo soy muy legalista…tengo todas las pruebas, quien quiera ver, que venga”, insiste este hombre amable que hoy no manifiesta más que calma y paz interior. Cree en Dios, en la Justicia Divina, le gusta el chamamé y prefiere no hablar de los aproximadamente 5 millones de dólares que le asigna el fallo judicial, de una fortuna calculada en 230 millones de la misma moneda.
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