Según informes relacionados con la baja en la atención en el Instituto Cardiovascular (ICBA) y el Instituto Alexander Fleming, demuestran que las otras enfermedades “no se detuvieron” con la pandemia.
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El 20 de marzo se declararon en Argentina las medidas de distanciamiento social y aislamiento preventivo para evitar la diseminación de la enfermedad viral por el virus SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19. Dichas medidas fueron puestas en práctica precozmente y con intensidad, logrando hasta hoy aplanar la curva del avance de la enfermedad, aunque con una prolongación del tiempo de la cuarentena y una progresión más lenta pero aún sostenida de la pandemia.
Los tumores continúan creciendo y lo que siempre fue “un diagnóstico precoz” que salva vidas y garantiza mejores resultados, pasará a ser un diagnóstico justo. Si esta situación sigue así, vendrá un “pico de casos de cáncer”, según advierten los profesionales. Transcurridos más de 3 meses, si bien la mortalidad por COVID-19 mantiene una baja incidencia, ya empiezan a observarse daños colaterales en otras condiciones médicas, tales como las enfermedades cardiovasculares y oncológicas.
En este contexto, Infobae accedió a los datos relacionados con la preocupante baja en la atención tanto en el Instituto Cardiovascular (ICBA) como en el Instituto Alexander Fleming (IAF) que demuestran que las otras enfermedades no se detuvieron con la cuarentena y la pandemia, sino que por el contrario, podrían acelerarse.
Los efectos colaterales en el ICBA
Para principios del mes de abril, los médicos cardiólogos doctor Fernando Botto (MN 79.189), miembro del área de investigación ICBA y el doctor Juan Pablo Costabel (MN 119.403), jefe de Unidad Coronaria e Internación del ICBA se preguntaban si observarían o no un aumento de la incidencia de infartos agudos de miocardio (IAM) desencadenados por, primero la infección viral aguda que conlleva un fuerte estado inflamatorio, que a su vez promueve roturas de ateromas y trombosis; segundo el estrés agudo y emociones intensas por el miedo a la enfermedad, que favorecen la secreción de catecolaminas, aumentando la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y también favoreciendo la trombosis, y/o tercero por la falta de controles médicos y descuido de los factores de riesgo, favorecidos por la vida en el encierro.
Por otro lado, advirtieron que podrían esperar también una reducción de la incidencia de infartos favorecida por una vida más relajada durante el aislamiento en casa, un menor estrés laboral, no manejar al trabajo, realizar menor actividades físicas intensas, y estar expuestos a una menor polución ambiental que también son gatillo de infartos.
Según el análisis por parte de los cardiólogos del ICBA, existe una reducción de las consultas a la Sala de Emergencias y de las internaciones por infarto agudo de miocardio (IAM).
Aumento de la mortalidad intrahospitalaria del IAM por demora en la llegada y pérdida del beneficio del tratamiento precoz
Si bien la ventana para la reperfusión del IAM alcanza hasta las 12 hs, abrir la arteria coronaria obstruida en las primeras 1-3 hs aporta los mayores beneficios. El ensayo ISIS-2 redujo 42% la mortalidad a 5 semanas utilizando las drogas estreptoquinasa y aspirina comparados con placebo. Por lo tanto, no recibir tratamiento de reperfusión precozmente por demorar o no consultar haría perder ese 40% de beneficio en la mortalidad relativa. En Argentina, la mortalidad promedio del IAM que llega al hospital es menor al 9% (3,12) y la mortalidad extra-hospitalaria, de difícil estimación, es alrededor de 30 a 40%. Esto significaría que frente a demoras mayores a 12 hs podría duplicarse, y si el paciente no consulta, triplicarse.
La mortalidad reportada en Argentina por el registro de la Iniciativa Stent-Save a Life que incluyó 588 pacientes con IAM, fue 10,9% durante la pandemia versus 5,4% en 2019, es decir, se duplicó. Las causas probables son por la llegada tardía al hospital y por un número significativamente mayor de IAMs que se presentaron en shock (4,2% en 2019 versus 9,3% en 2020).
“Creemos que difícilmente la reducción de internaciones por IAM sean producto de una ‘verdadera’ menor incidencia de IAM. Quizás una mayor mortalidad señala un sesgo, es decir, llegan los peores casos y con demoras, y no necesariamente que se producen menos IAMs. Adicionalmente, también se observa una reducción de las internaciones por otras patologías prevalentes, tales como la insuficiencia cardíaca aguda y la fibrilación auricular. Este fenómeno parece validar que hay menos IAMs que consultan, pero sugiere que no debe existir una incidencia menor durante la pandemia”, analizó el cardiólogo Fernando Botto.
Aumento del paro cardíaco y la mortalidad cardiovascular antes de llegar al hospital durante la pandemia
Este fenómeno puede representar la más sólida evidencia de que se producen mas IAMs durante la pandemia, pero que no pueden ser objetivados a través de la consulta e internación hospitalaria.
Los paros cardíacos no traumáticos (PCNT) extra-hospitalarios ocurren mayormente en los domicilios, son reportados por los servicios de ambulancias, y representan a muchas personas que probablemente padecieron síntomas (dolor de pecho, falta de aire, síncope, arritmias), pero no tomaron contacto con el sistema de salud, o bien lo hicieron muy tardíamente.
Con respecto a la Argentina, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), aunque mayoritariamente en Ciudad de Buenos Aires (CABA), el sistema de emergencias médicas ACUDIR lleva realizados más de 130.000 servicios a domicilio entre marzo y junio de 2020, e igual que en los reportes previos, han diagnosticado durante la pandemia un incremento promedio del 10% del PCNT en el domicilio comparado con igual período de 2019, con predominio de pacientes ya fallecidos al llegar.
Dicho incremento alcanzó un pico del 20% en abril, cuando el aislamiento era más intenso y posiblemente la gente tenía mayor temor a la infección. Posteriormente, se redujo hasta observarse sólo un 3% de incremento del PCNT en junio. A su vez, la tasa de fallecimiento sobre el total de las consultas domiciliarias aumentó un 25% durante la pandemia comparado con el mismo período de 2019 (1,04% versus 0,79%, respectivamente).
Si bien el aumento del PCNT extra-hospitalario coincide con la pandemia, pudiendo haber sido desencadenados por consecuencias directas del COVID-19, ya sea por hipoxia (insuficiencia respiratoria aguda) o por trombosis (tromboembolismo pulmonar, IAM), es mayor la posibilidad de que sea por una causa cardiovascular primaria.
Tanto para Botto como para Costabel, las enfermedades cardiovasculares, principalmente el IAM y el ACV, son la principal causa de muerte en Argentina. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2017 fallecieron 97.219 personas por causas cardiovasculares, lo que representa el 28,5% del total, es decir, casi 1 de cada 3 personas. “Claramente, puede dimensionarse la importancia del potencial daño colateral cardiovascular”, coinciden.
Justamente, la encuesta realizada por ADECRA+CEDIM ya mencionada, determinó una reducción de las cirugías cardíacas del 68%, de las angioplastias coronarias del 60% y de las intervenciones percutáneas del 66%, todas ellas dirigidas a las patologías citadas antes. Los pacientes postergados correrán riesgos por sus patologías no tratadas, e inclusive, más adelante, los riesgos perioperatorios podrán ser mayores aún.
Si bien la baja de consultas y postergación de estudios y tratamientos ha sido rápidamente justificada por el miedo al contagio del COVID-19, en una encuesta realizada por la Fundación Cardiológica Argentina (FCA) con 1.487 participantes de todo el país con antecedente de alguna enfermedad cardiovascular, el 40% reportó haber necesitado atención médica en algún momento, pero más de la mitad no pudo concretarla.
A medida que progresa la pandemia de COVID-19, se empiezan a reportar las complicaciones cardiovasculares, cuyas estadísticas crecen y confirman hipótesis de su potencial daño colateral que puede causar. Los pacientes no deben abandonar los cuidados de sus condiciones cardiovasculares durante el aislamiento ni el tratamiento farmacológico.
El caso del Instituto Alexander Fleming
De acuerdo a cifras a las que accedió Infobae sobre el Instituto Alexander Fleming, la actividad ambulatoria continúa con una caída del 40% en líneas generales. Las consultas impactan directamente en la cantidad de cirugías que realizan, siendo esto un dato representativo en una institución donde el total de los procedimientos son oncológicos. Las atenciones por guardia han disminuido un 55%.
Sobre las prácticas del servicio de imágenes, el Jefe del Servicio, doctor Daniel Mysler, explicó: “Es muy interesante el dato sobre las tomografías y biopsias que disminuyeron en menor medida porque los pacientes los suponen exámenes no postergables, pero las mamografías y ecografías sí caen mucho porque las paciente suponen que se puede posponer el control”.
Según el doctor Matías Chacón, sub Jefe de Oncología Clínica del Instituto Alexander Fleming (IAF), “la pandemia por COVID-19 ha congelado los estudios preventivos en cáncer (mamografías, papanicolau y fibrocolonoscopías) de acuerdo a las normativas de cada sociedad científica y por consenso general en virtud de evitar la circulación viral. La extensión en el tiempo del confinamiento no deja dudas que los pacientes con diagnóstico de cáncer deben acceder a los tratamientos de manera eficaz en un escenario de control sanitario que proteja al paciente y al personal de salud”.
“El cáncer es una enfermedad de muchas caras pero en la mayoría de los casos el tiempo entre el diagnóstico y la intervención es crucial. La revista Science ha reportado un potencial incremento de la mortalidad por cáncer en los próximos 2 años debido al efecto del congelamiento en las prácticas durante la pandemia. Si bien existen variables regionales y ambientales dependiendo de la extensión del período de confinamiento, es imperativo actuar en conjunto con la política sanitaria local y global”, agregó.
De acuerdo al doctor Chacón, “todo paciente con diagnóstico de cáncer debe recurrir al especialista. En la consulta, el médico, el paciente y el entorno discutirán las mejores opciones para el tratamiento. La espera ante el diagnóstico de un cáncer no es la mejor opción, aún en período de pandemia”.
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Fuente: Infobae
A.B.V.
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