En la selva muchas aves pasan desapercibidas. Algunas vuelan muy silenciosas, otras permanecen inmóviles para no ser detectadas y otras tantas, solo nos dejan oír su canto mientras se ocultan entre la vegetación. Pero existen algunas especies que rompen con estas reglas y son por demás activas y bullangueras: el Boyero Cacique (Cacicus haemorrhous) es uno de los mejores ejemplos.
A través de una alianza con Aves Argentinas, la centenaria organización ambientalista que impulsa su Programa Bosque Atlántico, compartimos en forma semanal algunos de los secretos sobre la biodiversidad de las especies de aves del país, y de nuestra Maravilla Natural Argentina, la Selva Misionera. Exclusivo de Misiones Online.
Te contamos en esta edición especial sobre este hermano mayor de los Tordos, ya que integra la familia de los Ictéridos, una de las más evolucionadas entre los pájaros del Neotrópico, y dentro de la cual conforma un grupo filogenéticamente destacado, como son Boyeros y Caciques, del género Cacicus y afines, constituido por al menos unas 14 especies.
Foto: Damián Lozano
Se distribuye ampliamente por Sudamérica ocupando dos extensas áreas de selvas y bosques húmedos, aisladas entre sí por una diagonal más seca formada por el Cerrado, la Caatinga y el Gran Chaco. De este modo, al norte una población habita la región extensa de Amazonía y entorno; y otra, al sur, ocupa el sudeste de Brasil, este de Paraguay y nordeste de Argentina. En nuestro país se lo encuentra principalmente en toda la provincia de Misiones y el extremo adyacente en el nordeste y este de Corrientes; cuenta además con unos pocos registros aislados y esporádicos en selvas de los riachos en el este de Formosa.
Es de hábitos conspicuos y sociales, incluso fuera de la temporada de cría, donde pueden llegar a reunirse en grupos muy numerosos. Se alimenta de insectos y otros invertebrados, y también de néctar y frutos, que obtienen recorriendo acrobáticamente los diversos estratos de la vegetación y epifitas. Sus voces y cantos son muy llamativos y complejos, que suenan ásperos y estridentes.
Foto: Marcelo Javier Wioneczak.
El macho mide unos 29 cm y pesa más de 90 gr, y su plumaje es color negro brillante, presenta un llamativo parche rojo intenso en la espalda baja y rabadilla, muy visible en vuelo. El pico es color marfil y el iris es azul cielo. Las hembras son más pequeñas, miden unos 25 cm, y pesan unos 70 gr. su plumaje tiene una coloración ligeramente más apagada que en los machos, y. el iris es de un color azul amarronado, menos llamativo. Los juveniles son similares a las hembras.
Una característica muy particular de la especie es su sistema reproductivo, fuertemente sociable. Los machos son poligínicos (una forma de poligamia) y se aparean con varias hembras, las que se reúnen en llamativas colonias, donde muchos nidos son construidos en forma agrupada, habitualmente entre 10 y 40 o 50 nidos se encuentran juntos.
En el Parque Nacional Iguazú se han observado colonias de hasta 100 nidos. Como en todos los Boyeros y Caciques, estos nidos son colgantes y parecen obra de un meticuloso artesano. Los elaboran con fibras vegetales, por lo general extraídas con el filo de sus picos de hojas verdes de palmeras. Colgados de sus patas, muchas veces de cabeza, entretejen fibra por fibra hasta formar unas fuertes bolsas en forma de gota, muy características. Cada nido mide entre 40 y 65 cm de largo y tiene su entrada en la parte superior, y sólo las hembras los construyen ocupando una semana de trabajo.
Foto: Marcelo Javier Wioneczak
La nidada se reduce a sólo dos huevos, de fondo blancuzco con algunas pintas pardas y rojizas. El período de incubación demanda entre 17 y 18 días, y los pichones permanecen casi un mes en el nido. Solo la hembra incuba y alimenta a los pichones. Estas colonias son por demás llamativas y visibles, no solo por la ingeniería de cada nido, sino por su ubicación y actividad social.
Los Boyeros Cacique en nuestro país y otros sitios de su distribución, ubican habitualmente sus colonias en cercanías de la presencia del hombre. Suelen ocupar principalmente palmeras y a veces árboles aislados, incluso exóticos como pinos, en poblados, chacras y otros establecimientos humanos cercanos a la selva. Se supone que esta estrategia responde a una mayor protección que brindaría la cercanía humana, ante potenciales predadores, como son los Tucanes.
Por otra parte, este Boyero constituye en Misiones, el principal hospedador del Tordo gigante (Molothrus oryzivorus), que llega a parasitar hasta el 70 % de los nidos de los Caciques. Y es frecuente observar en las colonias, a un tiránido el Tuquito chico (Legatus leucophaius), que arrebata y ocupa algún nido de Boyero, para instalar su propio nido.
La actividad en las colonias es intensa: las hembras están muy atareados en la construcción, incubación y alimentando a los pichones; y ante cualquier amenaza todos los adultos vocalizan a la vez para mantenerse alertas y unidos. Uno de sus principales depredadores es el Tucán grande (Ramphastos toco), que puede meter su largo pico en los nidos colgantes para alimentarse de huevos o pichones, y cuya presencia en las colonias y cercanías genera gran conmoción.
El Boyero Cacique es una de las estrellas de la Selva Misionera. Puede sorprendernos en las áreas de acampe en reservas naturales, en bordes de selva, capueras, chacras, incluso en poblados. Es una de esas aves que, si están presentes, seguro se van a hacer notar y nos regalarán la oportunidad de observar su belleza y comportamiento único.
Por Laura Dodick, con la colaboración de Alejandro Di Giacomo / Aves Argentinas
Foto de portada: Damián Lozano
DL / PE
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