La brecha cambiaria aumenta y eso puede incidir en las expectativas. La emisión monetaria para atender el mayor gasto público y la caída en las tasas de los plazos fijos, claves.
El dólar bolsa y el «contado con liqui» comenzaron a encarecerse la semana pasada. Luego de haber mantenido a lo largo de marzo valores similares a los del blue y a los de la divisa»solidaria» (entre $85 y $87), este lunes las alternativas del mercado financiero para acceder a billetes dieron un doble salto: primero pasaron el umbral de los $90 y este lunes tocaron los 100 pesos.
Las cotizaciones son «libres«: dependen de la oferta y la demanda. Un inversor que quiera comprar dólares en la bolsa lo hace mediante la operatoria con bonos: adquiere títulos nominados en moneda extranjera (suele usarse el Bonar 2024) con pesos y, al instante, los vende a cambio de dólares. El tipo de cambio implícito es el que resulta de esa transacción. El «contado con liqui» es similar, pero con la diferencia que los dólares quedan depositados en el exterior. Es una manera de sacar divisas del país sin restricciones.
Estas cotizaciones son legales y ganaron protagonismo a partir de septiembre, cuando entró en vigencia el nuevo cepo cambiario que, con el correr de los meses, se endureció.
Con el dólar bolsa a $100,87 y el «contado con liqui» a $101,98 (estas eran las cotizaciones de este lunes a las 16.30), la brecha cambiaria se amplió. Si se compara contra el dólar «solidario» (es decir, la cotización oficial más el impuesto PAIS), la diferencia es del 15%. Contra el dólar sin impuesto, llega al 49%. Y al contrastarse con la divisa mayorista (roza los $65,40), sube al 52%. La comparación con el dólar mayorista vale, ya que es el tipo de cambio con el que se pagan las importaciones y, por lo tanto, el que más impacto debería tener en la formación de precios.
La brecha es importante por la formación de expectativas: ¿qué valor de dólar tiene en la cabeza un comerciante o el dueño de un inmueble, por ejemplo, al formar el precio de lo que vende o alquila?
Ricardo Delgado, director de la consultora Analytica, cree que la mayor brecha cambiaria es consecuencia de las respuestas del Gobierno para mitigar los efectos de la cuarentena. «Forma parte de lo que hay que hacer, que es inyectar dinero. Este es el daño colateral que hay que capear: la formación de expectativas. La brecha en torno al 40 o 50% es manejable. Uno debería pensar que, en una recesión como la que se viene, la tasa de inflación no se espiralizará», dijo a TN.com.ar.
«Deberían dar la señal de que la emisión será transitoria y que en algún momento el Banco Central absorberá esa liquidez, porque si se vuelve permanente sí va a complicar la tasa de inflación», consideró.
Los analistas coinciden en atribuir la suba de las divisas financieras a cuestiones que se complementan: la emisión monetaria del Banco Central para cubrir el mayor gasto público con el que el Estado intenta contener los efectos de la cuarentena (por ejemplo, el Ingreso Familiar de Emergencia); la baja en la tasa de interés de los plazos fijos; y la incertidumbre sobre la renegociación de la deuda externa.
Federico Furiase, director de la consultora Eco Go, también apuntó a la emisión para financiar el mayor gasto público. «Esto es producto de la expectativa de un gran agujero fiscal financiado con emisión monetaria, en un contexto de incertidumbre con la deuda dólares y altos vencimientos de la deuda en pesos», aseveró. Y agregó: «Los bancos están desplomando las tasas de plazo fijo frente a la mayor liquidez que mete el BCRA en un intento poco eficaz para que se reactive el crédito».
Para Mariela Díaz Romero, economista de la consultora Econviews, «la brecha en niveles actuales se traslada a una mayor expectativa de depreciación futura y por ende, mayor inflación esperada«, explicó. «Sin embargo, el mecanismo sobre la inflación no es inmediato, ya que el Gobierno tiene a su favor algunos amortiguadores como los controles de precios o la caída en el precio del petróleo». Igualmente, advirtió: «Si el mayor déficit fiscal es permanente y la cantidad de dinero también lo es, a lo que se suman algunos problemas de oferta por el cierre de establecimientos y escasez relativa de bienes y servicios, habrá una mayor inflación«.
Las tasas de los plazos fijos a la baja son un incentivo a la dolarización. Dos de los bancos privados más grandes (el Santander y el Galicia) ya pagan menos de 20% por un depósito a treinta días en modalidad tradicional. El tercero, BBVA, ofrece 20%. El Banco Nación paga 5 puntos más, 25%, aunque la tasa también pasa a terreno negativo si la inflación mensual supera el 2,1%. Si bien el Banco Central relanzó los plazos fijos UVA, atados a la inflación, y estos garantizan un rendimiento positivo, los tradicionales siguen siendo los más elegidos.
DL / Tn.com.ar
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