Una tucumana encontró a un animalito a la vera del río al lado de su madre muerta, lo llevó a su casa y lo cuidó como a una mascota. Al llevarlo al veterinario, descubrió que “Tito”, como lo bautizó, no era un gato sino un puma yaguarundí.
Florencia Lobo estaba pescando junto a su hermano Lucas no muy lejos de su casa en Santa Rosa de Leales, en Tucumán, cuando escuchó un ruido que venía de los árboles a la vera del río. Como el sonido era leve, similar al piar de los pájaros, pensó que se trataba de unos pichones caídos de su nido, pero al llegar al lugar encontró una pequeña cueva y en su interior a los que parecían dos gatitos cachorros amantándose de su madre muerta. Tenían apenas una semana de vida, estaban hambrientos, desamparados y al borde de una muerte segura. A su madre le faltaba parte del lomo, como si otro animal mayor la hubiese atacado.
Florencia no lo dudó, se llevó a los felinos, una hembra y un macho, y los bautizó como Dani y Tito. Los alimentó, les dio calor y los cuidó como sus mascotas. Dani, que estaba más débil, no soportó y murió poco más de una semana después. Tito se convirtió en su fiel compañero: la seguía, venía a ella cada vez que le silbaba y hasta dormían juntos. Nunca sospechó que su gato era, en realidad, un pequeño puma.
Cuando lo llevó al veterinario que descubrió que el felino no era precisamente un gato doméstico, sino una especie distinta: “El veterinario no sabía ni siquiera que era. Él sospechó que no era un gato normal, busqué otros veterinarios, todos me querían cobrar entre 6.000 y 18.000 pesos para operarlo de la patita”. Fue entonces que se comunicó con una especialista de la reserva de Horco Molle quien, a través de fotos, confirmó que Tito es un puma yaguarundí.
Luego de eso, decidieron llamar a la Fundación Argentina de Rescate Animal (FARA) quienes asistieron inmediatamente. Pedro Rodríguez Salazar, presidente de FARA, explicó que el pequeño puma yaguarundí de tres meses fue trasladado a la reserva de Horco Molle donde será revisado por especialistas de su lesión, que sería una pequeña fisura en una de sus patas de atrás, y ahí comenzará su proceso de rehabilitación para luego ser liberado nuevamente en la naturaleza: “Este es un animal de caza y un poco agresivo, al estar con humanos desde chiquito en la reserva van a tener que adaptarlo para que vuelva a ser como era antes”. Esperan que, una vez rehabilitado, pueda volver a su lugar a la vera del río.
Fuente: El Tucumano.
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