Con motivo de la popularidad que alcanzó la aplicación Face App, aplicación que, a través de una serie de filtros, permite agregar o quitar años mediante una foto y muestra como quedaría el rostro de una persona con unos 10, 15 o 20 años más o menos, se encendieron voces de alarma por el peligro de que los operadores de la misma, que serían unos temibles hackers rusos, ingresen a los datos personales de los usuarios que la hayan descargado.
No están demás las advertencias y siempre son bienvenidas, pero resulta paradójico y hasta podríamos decir graciosa este tipo de advertencia, toda vez que los más propensos a descargar estas aplicaciones son aquellos que hace años vienen difundiendo, ventilando y compartiendo fotos y actividades de su vida personal en su muro de Facebook que, como decían las abuelas, es como gritarlo a los cuatro vientos en medio de la plaza pública.
Además, desde el momento en que uno utiliza un teléfono celular está brindando una serie de datos de sus movimientos y actividades diarias, desde la ubicación física, horarios de ingreso y egreso de algún sitio, hasta las interconexiones a internet, mensajes de whats app y llamadas telefónicas entrantes y salientes, entre otras funciones de acuerdo al aparato que uno posea. Todo se triangula a la antena más próxima y de ahí saltando de antena en antena (valga la comparación) hasta el destino indicado. Como dijo León Gieco en su canción “todo está grabado en la memoria”, aunque el se refería a la historia sin inmiscuirse en la intimidad de nadie y en este caso nos referimos a la memoria del celular y los servidores de las compañías.
Otro elemento por el cual repartimos datos personales a diestra y siniestra es la tarjeta de crédito que permite, entre otras cosas, se pueden averiguar nuestros movimientos financieros o una simple compra en el supermercado, además de todos los datos de las cuentas bancarias y operaciones realizadas en un cajero automático, la sede de la entidad financiera o la aplicación de home banking.
Aunque la ley nacional 25.326 de protección de datos personales esta vigente y en teoría los resguarda, como tantas otras leyes vigentes no se cumple o solo a medias. Una muestra de ello es que periódicamente recibimos en nuestro celular llamadas o mensajes de bancos o empresas, a quienes no conocemos ni les dimos nuestro número de teléfono ni nombre, para ofrecernos todo tipo de excelentes e imprescindibles servicios que no necesitamos ni hemos solicitado, prueba irrefutable que tuvieron acceso a una base de datos que contenía los nuestros.
Existe, además, y aunque nadie lo sepa porque no se difunde, un organismo de control de la ley 25.326 con el nombre de Agencia de Acceso a la Información Pública que tiene la atribución de atender las denuncias y reclamos que interpongan quienes resulten afectados en sus derechos por incumplimiento de las normas vigentes en materia de protección de datos personales.
El primer caso de filtración masiva de datos fue el conocido como Wiki Leaks que es una organización mediática internacional sin fines de lucro, que publica a través de su sitio web informes anónimos y documentos filtrados con contenido sensible en materia de interés público, preservando el anonimato de sus fuentes y dejó al descubierto operaciones de espionaje y mails comprometedores de embajadores hacia sus chancillerías, entre otras perlitas de los entretelones del poder mundial de la mano de Julian Assange, programador, periodista y activista de Internet australiano, naturalizado ecuatoriano, conocido por ser el fundador, editor y portavoz del sitio web Wiki Leaks y actualmente preso en Estados Unidos por la misma razón.
Posteriormente tomo estado público la denuncia realizada por Edward Snowden (asilado en Rusia), un consultor tecnológico estadounidense, informante, antiguo empleado de la CIA y de la NSA que destapó el espionaje que realiza la Agencia de Seguridad Nacional y la Central de Inteligencia de EUA sobre sus propios ciudadanos y además, del país que se les ocurra a través de los teléfonos celulares y las redes sociales.
Con el nombre de Panama Papers se conoce a la investigación periodística global liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas que destapó el entramado de cuentas fantasmas que se utiliza en el mundo financiero para lavar dinero de dudosa procedencia. Once millones de documentos (mails) fueron filtrados de una de las compañías más reservadas del mundo, la firma legal panameña Mossak Fonseca donde figuran empresas y personajes de todo el mundo integrantes de estratos gubernamentales, empresarios y delincuentes de variada laya y extensos prontuarios.
Continuando con la manipulación de datos tenemos a la ya conocida, por haber intervenido maliciosamente en varias elecciones en todo el mundo como en Inglaterra, Estados Unidos de Norteamérica y también en Argentina, Cambridge Analytica, una empresa de análisis de datos que tuvo un rol clave en el referéndum en el que ganó la separación –Brexit- del Reino Unido de la Unión Europea.
Más tarde, se convirtió en una figura clave en las operaciones digitales durante la campaña electoral de Donald Trump, creando la herramienta de guerra psicológica de Steve Bannon (ex jefe de campaña de Donald Trump). Su plan era irrumpir en Facebook y cosechar los perfiles de millones de usuarios en Estados Unidos y usar su información privada y personal para crear perfiles psicológicos y políticos sofisticados, y luego llenarlos con anuncios políticos destinados a trabajar en su maquillaje psicológico. La compañía ha creado los perfiles psicológicos de 230 millones de estadounidenses.
Dos jóvenes psicólogos son fundamentales en la historia de Cambridge Analytica. Uno es Michal Kosinski, que concibió una aplicación con un colega de la Universidad de Cambridge, David Stillwell, que mide los rasgos de personalidad analizando los “me gusta” de Facebook y mediante estos realizar las operaciones detalladas y ayudar a ganar a Donald Trump las elecciones de Estados Unidos.
Estas intervenciones fueron corroboradas por Alexander Nix, ex Ceo “arrepentido” de Cambridge Analytica al declarar ante el parlamento del Reino Unido donde esta compañía realizó operaciones para manipular el referéndum sobre el Brexit y admitió además que uno de los trabajos se realizó en Argentina, en una campaña “anti-Kirchner” en la anterior campaña presidencial.
El trabajo de estos muchachos consiste en la utilización de una empresa de Big Data realizando un uso irregular de datos, como ya se dijo de Facebook y otras redes, segmentando a los usuarios electores determinando con precisión milimétrica por edad, sexo, religión, lecturas de medios, uso de internet y en base a esos datos envían mensajes específicos con los temas que les gusta como si lo enviara una agrupación política generando empatía entre el usuario y la misma con la intención que se traduzca en un voto positivo.
Cabe mencionar, para estar a tono con el mundo informático, una expresión muy usada en estos días y que tiene que ver con estas operaciones de filtraciones y manipulaciones de datos que es Big Data (en español, grandes datos o grandes volúmenes de datos) definido como un término evolutivo que describe cualquier cantidad voluminosa de datos estructurados, semi estructurados y no estructurados que tienen el potencial de ser extraídos para obtener información.
Volvemos a mencionar como al principio, en este contexto de robo y manipulación de datos, de los temibles hackers rusos que cuenta la leyenda, como en las mejores épocas de la guerra fría, manipularon las elecciones favoreciendo el triunfo del enfant terrible que gobierna hoy Estados Unidos y por ende el mundo, sin dejar de lado sus supuestas intervenciones, de los hackers rusos, no Trump que también lo hace, en cuanto conflicto se instale en el orbe y podemos citar Venezuela, Medio Oriente, Europa y no sabemos si Urano y Plutón. Aunque a diferencia de los casos citados donde hay nombres y apellidos de personas y empresas, los hackers rusos son una especie de entelequia o fantasmas que aparecen cuando y como mejor convenga a quien los invoca.
Con estos pocos ejemplos mencionados muy superficialmente porque son conocidos y en su momento bastamente difundidos, no quedan dudas que ya poco importa si utilizamos esta o aquella aplicación ya que indudablemente integramos esa inmensa bodega de información sobre cada uno de nosotros denominada Big Data de donde se proveen empresas y gobiernos para inmiscuirse impunemente en nuestra miserable cotidianeidad.
*Emilio Juri – Periodista MOL
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