De acuerdo al diccionario, consultados varios de ellos, grieta se define como una abertura alargada y con muy poca separación entre sus bordes que se hace en la tierra o en un cuerpo sólido, generalmente de manera natural. También puede ser una abertura estrecha, alargada y superficial que se produce en la piel y las membranas mucosas.
Conforme a estas definiciones una grieta no debería preocupar, debido a sus estrechas dimensiones y relativamente fácil reparación, pero se corre el riesgo de que si no se hace esta reparación a tiempo se agrande y termine siendo u agujero, pozo o boquete, pero ya no una grieta.
Desde las usinas de pensamiento del poder real han instalado, desde hace ya varios años, que en la Argentina existe una grieta que, de no cerrase, impide a sus habitantes avanzar hacia un futuro venturoso como si fuera un fenómeno inédito y exclusivo de este país emergente del sur de América.
Pero, con variadas visiones y denominaciones existen estas divisiones en todo el orbe de las que citaremos a modo de ejemplo solo algunas como, izquierdas y derechas en toda Europa y Republicanos y Demócratas en Estados Unidos de Norteamérica, que, como es sabido, en ambos casos no se dispensan entre sí un trato muy amable y dividen las opiniones de los ciudadanos hacia uno y otro extremo como en cualquier lugar donde convivan humanos.
Además, solo basta repasar un poco la historia para verificar que no son nuevas en Argentina estas diferencias que produjeron enfrentamientos como aquellos que en 1810 querían independizarse de la corona española y lo que pretendían continuar siendo súbditos del monarca ibérico, o los enfrentamientos entre unitarios y federales y así podemos continuar con ejemplos a lo largo del devenir de los años hasta la actualidad en que un iluminado descubre e instala en el imaginario popular y político la grieta.
Más allá de estas vicisitudes locales y foráneas, en la actualidad políticos argentinos de uno y otro lado de esa supuesta grieta, a la que nadie acá llama por su nombre como sí lo hacen en los ejemplos mencionados supone en algunos, según su percepción, una división entre peronismo y anti peronismo o entre populismo y liberalismo o entre buenos y malos o, lo que podría denominarse en una expresión setentista, una lucha de clases. Utilizan el término como mejor les conviene a sus intereses, de acuerdo a las circunstancias del momento y de que lado elija pararse en lo ideológico, aunque esta palabra a algunos les erice la piel.
Ante este uso indiscriminado del término grieta, instalado en algún momento por un conductor de un programa de televisión porteño, mercenario que por una buena paga responde al poder real, para demonizar y con ello socavar la base de sustentación del gobierno peronista de Cristina Fernández, caben algunos interrogantes que cada uno debería formularse al enfrentar, como permanentemente se encargan de recordarnos, una situación de grieta para saber hacia dónde dirigirse y como.
La primera pregunta que surge es si la tan mentada grieta es del tamaño con que supuestamente la presentan que resulta casi imposible cerrarla y en base a ello considerar si es, ¿vertical u horizontal?.
Si es horizontal sobre el piso y uno esta desatento o distraído, tal vez caminando mientras mira la pantalla del celular como vemos a diario, puede caer en ella y despeñarse en quien sabe que profundas oscuridades ideológicas que lo imbuyan de una peligrosa militancia populista sin retorno o, en su defecto, de un pensamiento liberal que lo lleva a renegar de sus orígenes y creerse merecedor de padecer un sufrimiento actual en pos de un futuro venturoso sin fecha de llegada, mientras tanto ni pensar en la ya vetusta movilidad social ascendente de la que alguna vez disfrutó.
Si la famosa grieta autóctona es vertical u horizontal en lo que podría ser una pared o muro, puede resultar útil para pasar al otro lado, ya sea en uno u otro sentido y si es que vale la pena y se considera que es un buen momento para pasar al otro lado. En este caso, es menester que la grieta permanezca abierta así permite que aquellos que la hayan traspasado en uno u otro sentido y ahora estén arrepentidos puedan regresar, aunque no hay que descartar que aquellos que se quedaron del lado en que estaban originalmente ahora, por causas que se tratan de establecer, quieren atravesarla y ver que hay del otro lado.
Si bien como se dijo la grieta fue impuesta por las usinas de pensamiento del poder real, cada uno se ubicó de acuerdo a su propia subjetividad de uno u otro lado de la misma, satisfaciendo con ello las intenciones de quienes manejan los comandos de la consola de este gigantesco video game que nos hace enfrentarnos con la sola finalidad de su inmenso beneficio haciéndonos creer que es lo mismo uno u otro mientras siga existiendo ésa grieta creada por ellos.
Quienes crearon esta virtual situación de grieta insuperable en Argentina son los que también llaman permanentemente a superarla, pero paradójicamente también fogonean inquebrantablemente para que permanezca incólume, ignorando intencionalmente hablar de grieta cuando se refieren a situaciones de virulentos enfrentamientos políticos similares entre derechistas e izquierdistas cuando se refieren a países europeos o los roces insidiosos entre oficialismo y oposición en el Estados Unidos del irascible Donald Trump.
En el hipotético caso de que se logre reparar la grieta o por el simple y natural desgaste, la palabra desaparezca de los medios de comunicación y por lo tanto del discurso cotidiano, como ya ha pasado con otras instalaciones mediáticas, la vieja opción de liberación o dependencia seguirá presente porque ésa es la verdadera diferencia que existe en la Argentina entre quienes pretenden depender y ser colonia permanente o la emancipación e independizarse de toda dominación extranjera o será que ¿José de San Martín, Mariano Moreno y Manuel Belgrano se equivocaban?.
Emilio Juri – Periodista MOL
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