“Si me abrís los ojos te llevo a casa”, a partir de esa frase Santino y Matías Devicenzi empezaron a armar su pequeña familia.Matías Devicenzi (31) es enfermero de neonatología y trabaja en el hospital del Este Eva Perón de Tucumán.
Hasta el 2017 no había tenido planes de ser padre hasta que un día se encontró con Santino, un bebé que había sido abandonado minutos después de nacer.
El menor había nacido con problemas genéticos y malformaciones, deficiencia respiratoria y una patología uronefrológica. Matías se enteró de la realidad del bebé poco antes de salir de licencia.
Al regresar, lo primero que hizo fue preguntar por él y ahí se enteró que el pequeño seguía sin ser adoptado y que su estado de salud había empeorado.“Fui en seguida a verlo. Recuerdo que estaba en coma, con asistencia mecánica respiratoria.
Soy de hablarles mucho a los bebés. Así que lo encaré y le dije, sin pensarlo dos veces: ‘che Negro, si me abrís los ojos te llevo a casa’”, contó claramente emocionado.
Cuando el joven terminó de decir esas palabras lo imposible pasó, Santino abrió los ojos y lo miró. Desde ese momento el joven enfermero comenzó a hacer todo para cumplir con la promesa que le había hecho.
“Todos me decían que estaba loco. ¡Cómo me iba a meter en esto solo y a los 29 años! Además, me insistían que yo era varón y soltero, y que por lo tanto ningún juez me iba a dar la adopción”, recordó.Primero fue a anotarse al registro de adopción y luego se sometió a todas las entrevistas sociales. Mientras el joven cumplía con los pasos administrativos, Santino continuaba en el hospital y su salud seguía sin mejorar.
Luego de que los médicos le realizarán una ureterectomía, fue trasladado a la Sala Cuna y durante dos meses Matías no lo pudo ver.El 12 de octubre del 2017, mismo día en que Matías cumplía 30 años, salió la guarda legal y se pudo llevarse a su hijo a casa. En ese entonces, Santino tenía siete meses y un retraso madurativo de cinco.
Gracias a la estimulación temprana y el amor que recibió de sus abuelos, sus tíos y primos, el menor alcanzó la madurez correspondiente a su edad en muy poco tiempo.“Santino tuvo dos cirugías más; una en la que debieron extraerle un riñón para normalizar el funcionamiento urinario y otra para operarle las manos y los pies, ya que había nacido con seis dedos y eso le estaba complicando la estabilidad para caminar y para manipular objetos”, detalló.
Hoy con dos años recién cumplidos su vida es otra. Es un niño independiente que corretea por el monoambiente al que él y su papá se mudaron hace poco. “Los días que hago guardias de 12 horas (15 veces por mes), como hoy, él se va a la casa de la abuela”, explicó su padre.“Es todo lo que no imaginé nunca. Hubo una conexión desde el primer día que nos conocimos. Cuando me preguntan por qué lo adopté, la respuesta es simple: él me eligió a mí”, resumió el enfermero.
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