Si algo caracterizó a al presidente Macri y a su equipo de gobierno durante sus primeros tres años de gestión es una capacidad envidiable para generar, especialmente en la clase media, expectativas positivas a futuro aun en contextos desfavorables y sin demasiados argumentos objetivos que permitieran presagiar una mejora. Después de un 2018 catastrófico para la economía y un inicio de 2019 que no muestra reactivación, eso parece haber cambiado. Particularmente para un amplio segmento del empresariado Pyme cansado de correr detrás de una zanahoria que, empieza a darse cuenta, nunca podrá alcanzar.
En campaña Macri supo seducir a la clase media y al empresario promedio vernáculo con el simple ejercicio de enunciar problemas reales que el kirchnerismo sistemáticamente negaba, como inflación, inseguridad, corrupción y un deterioro en la calidad institucional. Terminó de sellar el romance en uno de sus primeros actos de gobierno al devolverle a los argentinos un derecho humano fundamental: la posibilidad de comprar dólares libremente.
Pero después llegó la hora de gobernar y más allá de aciertos puntuales, la gestión de la economía de la era Cambiemos derivó en un fracaso difícil de disimular. Lejos de resolver alguno de los desequilibrios heredados, los profundizó y además generó nuevos problemas como el endeudamiento.
Pese a ello, durante buena parte de 2018, el Gobierno nacional consiguió sostener las expectativas del sector privado mostrando una apertura al diálogo inédita. Después de más de una década de lidiar con el patoterismo morenista, los empresarios pyme tenían ahora la posibilidad de formular sus planteos cara a cara al presidente y a los funcionarios de primera línea en el marco de mesas sectoriales de las que surgieron líneas de trabajo prometedoras.
Pero con el correr de los meses, ninguna de esas mesas generó resultados concretos sustanciales y el entusiasmo se fue desinflando al punto de transformarse en desencanto. El aumento en la presión impositiva que viene aplicando el Gobierno nacional para cumplir con la meta de déficit primerio cero en un contexto recesivo, terminó de romper lo poco que quedaba del romance inicial.
Ese desencanto del empresariado quedó plasmado en una reunión realizada el martes último en Eldorado, en la que participaron referentes importantes de distintas actividades. Allí los hombres y mujeres de negocios dejaron en claro que la situación de sus empresas es crítica y que ya no les bastan las manifestaciones de buena voluntad que se multiplican las mesas sectoriales, ni les queda tiempo para esperar un nuevo segundo semestre. Necesitan respuestas concretas y las necesitan ahora.
El descomunal aumento de 2.000% en las tarifas de energía, la injustificada suba de los peajes –que en los últimos tres años multiplicó por 10 su valor-, los siderales costos de financiamiento hijos de la política de control del dólar del Central, el desplome del mercado interno, la suba en los combustibles y la presión impositiva, tanto de la Nación cuanto de la Provincia, fueron los principales reclamos que los empresarios pusieron sobre la mesa ante representantes de todo el arco político de Misiones.
En vista de que la mayoría de los reclamos de los empresarios se remitía a políticas aplicadas por el Gobierno nacional –aunque tampoco faltó la reiterada queja del empresariado contra la política fiscal provincial- el senador radical Luis Pastori intentó revertir las críticas con una enumeración de supuestos logros de gestión del Gobierno de Macri, algunos de los cuales fueron cuestionados por parte de los presentes.
El intento de Pastori de llevar agua para su molino generó muecas de disgusto, porque la consigna de la reunión era plantear problemas y encaminar gestiones en búsqueda de soluciones. Además se les había pedido expresamente a los dirigentes políticos que no aprovecharan la convocatoria para hacer proselitismo.
Más lejos aún fue el diputado nacional -también radical- Gustavo González, quien se despachó con duras críticas contra la política fiscal de la Provincia en un discurso puramente de campaña, lo que motivó que el presidente de la Amayadap –cámara que nuclea a los madereros de la zona Norte-, Román Queiroz, lo llamara al orden. Tras la reunión y en diálogo con este medio, Queiroz dejó constancia de su disconformidad con la intervención de González.
Más allá de dimes y diretes, la cumbre de Eldorado dejó constancia del fin del romance que un amplio sector de la clase empresarial de Misiones mantenía con Macri y con Cambiemos. Sin embargo, buena parte de esos empresarios todavía no está dispuesta a pedir el divorcio, principalmente porque en el contexto político nacional no aparece otra opción que los seduzca.
Otra muestra de ese desencanto que está generando el macrismo la dio el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas (CCIP), Carlos María Beigbeder, quien en entrevista con Radio Libertad pidió al Gobierno provincial que “no siga el camino del Gobierno nacional”. Los mismos empresarios que hasta hace poco más de un año soñaban con una administración provincial más parecida al gobierno de CEOs de Cambiemos, ahora valoran los esfuerzos del Gobierno misionero para sostener al mercado interno con programas como el Ahora en todas sus versiones.
Presión fiscal sin contemplaciones
Otra de las características que se puede atribuir al Gobierno nacional es la de actuar exactamente en contra de sus promesas de campaña. La presión fiscal es un claro ejemplo de ello. Macri había prometido reducir impuestos a las empresas y dejar de cobrar ganancias a los individuos. Ni lo uno ni lo otro ocurrió. Al contrario, son cada vez más los argentinos alcanzados por ganancias y la presión impositiva sobre el conjunto de la sociedad este año será record histórico.
Si para los contribuyentes una suba en los impuestos es una mala noticia en tiempos de crecimiento económico, durante una recesión es algo catastrófico. El contrato social que había impuesto el kirchnerismo a los contribuyentes consistía en aplicar una presión impositiva alta en comparación con otros países de la región a cambio de una batería de subsidios que hacían que las tarifas de servicios públicos, del transporte y de los peajes fueran bajas. El modelo cerraba con un gasto social relativamente alto que garantizaba niveles de consumo sostenidos en las clases medias y bajas, puntales del consumo masivo, y aranceles que protegían a la industria nacional.
Macri se ocupó de destruir ese contrato social aplicando la política del “sinceramiento tarifario”. La idea era eliminar los subsidios, con ello reducir el gasto público, bajar los impuestos y así incentivar inversiones. Como casi todos los cambios que pretendió introducir el gobierno del cambio, los argentinos pagaron los costos pero los beneficios nunca llegaron, más bien lo contrario.
Los subsidios cayeron y las tarifas se dispararon, pero los impuestos en vez de bajar, aumentaron y las inversiones nunca llegaron. Todo el ahorro ganado a costa de la eliminación de los subsidios terminó financiando las fenomenales ganancias que Argentina entrega a los especuladores para evitar un nuevo colapso financiero.
Pero como el camino de ajuste que tomó el Gobierno nacional tras el acuerdo con el FMI generó –como siempre que se aplica esta receta- una espiral recesiva, ahora para sostener la misma recaudación el fisco necesita aumentar los impuestos.
A los jubilados les tocará otra vez pagar parte de la cuenta. Esta semana la Anses aplicó un cambio que hará que 47.600 jubilados y pensionados que no pagaban ganancias comiencen a hacerlo.
Las empresas tampoco quedarán afuera del impuestazo nacional. A contrapelo del clamor de las pymes de todo el país que imploran un poco de oxígeno que las ayude a sobrellevar las dificultades que encuentran para sostener la actividad y evitar despidos, la AFIP decidió elevar la tasa de interés resarcitorio por mora a 4,5% mensual y los punitorios a 5,6% mensual, lo que representa incrementos de 50% y 40% respectivamente.
En este punto resalta la diferencia entre el Gobierno nacional que castiga con intereses y punitorios cada vez más altos a quienes encuentran dificultades para cumplir con sus obligaciones y el Gobierno de Misiones que lleva adelante programas como el Ahora Patente que ofrece descuentos y financiamiento sin intereses a quienes se acerquen a refinanciar deudas por pago de impuesto automotor y reserva el mismo beneficio para quienes paguen por adelantado.
Otro aumento impositivo nacional concretado esta semana es la suba de 0,6% a 1,4% del aporte que deben hacer las aseguradoras de riesgos de trabajo a la Superintendencia de Riesgos de Trabajo (SRT), lo que derivará en un incremento de los seguros de trabajo.
La rutina de cierres y despidos
La consecuencia lógica del combo de inflación desbocada, desplome del consumo interno, caída del poder de compra del salario y aumento de la presión impositiva, es un número creciente de suspensiones y despidos, cuando no de cierres de empresas.
Esta semana le tocó el turno de bajar la persiana a la planta que fabricaba jeans de las marcas Lee y Wrangler en la localidad bonaerense de Benito Juárez. Dejó a 200 trabajadores en la calle. Fuentes de la empresa indicaron que la intención era licenciar esas dos marcas a terceros para darle continuidad en el mercado local, sin embargo aseguraron que no hay interesados.
Otra que va por el mismo camino es la tradicional fábrica de tractores y maquinaria vial Pauny que solicitó acogerse a un proceso preventivo de crisis y busca negociar con sus casi 600 empleados una reducción en la jornada laboral. También Honda que anunció que suspenderá la producción de autos y motos durante todo marzo.
Marcha atrás en Iguazú
La resistencia de un grupo de ambientalistas y vecinos de Puerto Iguazú terminó rindiendo frutos y la Nación suspendió los llamados a licitación para desarrollar proyectos turísticos dentro del Parque Iguazú en el marco del programa denominado “Oportunidades naturales, inversión privada para el desarrollo de servicios turísticos en áreas protegidas”.
Mediante el mencionado programa, la Nación pretende atraer a inversores a desarrollar proyectos turísticos en todos los parques nacionales argentinos. Para el de Iguazú se proyectaban dos hosterías y un glamping (neologismo que combina los términos glamur y camping).
El proyecto provocó una inmediata resistencia básicamente por dos motivos: por un lado grupos ecologistas entienden que los parques nacionales son espacios de conservación y que cualquier proyecto que incluya algún tipo de explotación económica debería darse fuera de esos lugares. En esa línea argumental, consideran que para el caso del Parque Iguazú ya hay una parte que está dedicada a la explotación comercial que es el Área Cataratas.
Por otra parte, muchas voces del de la comunidad de Iguazú consideran que ninguno de los proyectos que se instalen dentro del parque terminará generando un impacto positivo considerable en la economía de esa ciudad, porque los turistas que allí se alojen ni siquiera pasarían por la ciudad y no tributarían ni a la Provincia ni al municipio.
Después de intensas jornadas de protesta que incluyeron cortes de ruta, la Nación retiró de la página oficial Comprar los llamados a licitación a desarrollarse en Iguazú y el delegado en Misiones del ministerio del Interior, Alfredo Schivoni, confirmó que se habían suspendido los llamados.
Por lo bajo, dirigentes de Cambiemos reconocen que solicitaron de manera informal la suspensión de esos proyectos porque veían poco conveniente insistir en iniciativas que concitaban un rechazo mayoritario en la población local, más aún en un año electoral.
El día de la verdad
Finalmente el viernes último se dio a conocer oficialmente algo que todos en el mundillo político ya suponían: Misiones celebrará sus elecciones el 2 de junio.
Según explicó el Gobernador Hugo Passalacqua, la decisión de separar las elecciones provinciales de las nacionales busca concentrar la campaña provincial en la discusión de los temas que corresponden a esa órbita sin “contaminarla” con disputas del orden nacional. “Son dos universos diferentes”, definió Passalacqua.
La posibilidad adelantar las elecciones de Misiones respecto de las nacionales también era vista con buenos ojos por los dirigentes misioneros de Cambiemos, consientes de que después de la debacle de la economía, la figura de Mauricio Macri ya no traccionaba como lo hacía antes, cuando la ola amarilla parecía indetenible.
En distintas reuniones, el Gobernador exigió a todos sus funcionarios a continuar trabajando en la gestión sin distraerse con temas de campaña, solucionando problemas “con mucho esfuerzo y pocos recursos”. Desde la renovación entienden además que a efectos de repetir triunfos anteriores, será mucho más importante mantener la calidad en la gestión que cualquier acción proselitista.
El propio Gobernador se ocupó de dejar en claro que la campaña de la renovación recién iniciará en mayo, será corta y austera.
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