El sábado a la noche en el Auditórium del Montoya presentó “¿De qué no se puede hablar?”, donde el comediante habló sin filtros y caminó entre el público durante casi dos horas. Mostró su vigencia en las tablas, su talento para interpretar canciones y algunas imitaciones de paraguayos que provocó carcajadas.
Ácido, desfachatado, polémico y con variados recursos para la improvisación, el actor Alfredo Casero dejó su marca en el Auditórium del Montoya, ante cientos de personas que se sorprendieron por el estilo “fuera de protocolo” y con dosis de grosería con el que intenta hacer reir para explicar, entre tantas frases polémicas que lanzó últimamente, que “quiero ser libre y hablar de lo que yo quiera, incluso si no lo entienden”.
Durante una hora y 45 minutos, el emblemático conductor de “Cha Cha Cha”, aquel programa de humor político que rompió todos los moldes de la TV en la década del 90, mostró dosis de mucho talento para interactuar con su partenaire (Diego Rivas) y mezclar sus roles de comediante, cantante, clown o simplemente un contador de anécdotas. También hubo espacio para imitar a paraguayos, con la tonada típica de la región y que provocó carcajadas entre los asistentes.
“Estoy harto que me pregunten por Cha Cha Cha y por la frase del flan”, fue uno de los primeros comentarios que hizo tras bajarse del escenario y animarse a un show íntimo, junto a la gente, caminando entre el público y adaptándose a interrupciones cuando acoplaba el micrófono o alguien intentaba filmarlo. “No quiero que me filmes, en serio, te lo tengo que decir”.
El repertorio musical es un punto que lo distingue con relación a otros unipersonales que pasaron por el Auditórium de la calle Ayacucho en Posadas. Alfredo Casero se da el gusto de interpretar piezas de ópera como “Largo del Factotum” que pertenece a la obra “El Barbero de Sevilla” que en el país se conoció como banda de sonido de “La Peluquería de Don Mateo” y que tuvo en una pantalla gigante que se proyectaba sobre el escenario, imágenes de ese histórico sitio como respaldo.
Vestido de camisa negra, jeans y zapatos plateados, Casero sólo se retiró de escena cuando se proyectó sobre la pantalla un audiovisual cuyo protagonista es “El oso Rolo de Avellaneda”, con una estética fiel a los tiempos de “Cha Cha Cha”. Al regresar a escena y tras mucha insistencia, consiguió que un caballero del público subiera y se caracterizara de mujer para participar de una canción que fue parte del tramo final del espectáculo.
“El último programa de humor en serio en la TV fue Cha Cha Cha”, dijo Casero en un momento del show, lo que despertó el cerrado aplauso del público y reiteró una y otra vez que “la frase del flan es para que entiendan cómo nos están cagando”. Es que en realidad, durante toda la exposición, habla de lo que no quiere que le pregunten y ante cualquier “lapsus”, menciona con ironía que se debe “a la medicación, estuve más de 200 días internado” en referencia a una operación de by pass gástrico que tuvo muchas complicaciones.
Antes de que se baje el telón, Casero interpretó una versión desenchufada de “Shima Uta”, la canción japonesa con la que obtuvo tres premios Gardel y que activó la ovación de los asistentes.
En Posadas, Alfredo Casero pudo hablar de todo y sin censuras en una apuesta de productores locales de acercar las grandes obras a la región, aún sin la repercusión deseada, pero conscientes de que hay que mantener la plaza con números fuertes y convocantes.
DG EP
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