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Seguidilla de derrotas

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Mientras que el equipo de Sampaoli intercaló triunfos, empates y derrotas en su periplo por Rusia, hay otro equipo –autodenominado el mejor de los últimos 50 años- que no para de perder en todas las canchas. Ya sin muchos de sus titulares, reemplazados por suplentes de menor prestigio pero con la misma ineficiencia para anticiparse a los hechos, el dream team económico de Macri sigue acumulando frustraciones. Agotada la posibilidad de tomar cantidades siderales de deuda en los mercados voluntarios de crédito y frente a la ausencia de inversiones no especulativas, la economía argentina se quedó sin crecimiento y sin credibilidad.

Después de un 2017 en el que se logró crecer a fuerza de toma de deuda, la economía argentina simplemente se quedó sin nafta y los fondos financieros que ayer fueron útiles hoy se hacen un festín de ganancias rapidísimas gracias al cuadro de volatilidad que resultó de un manejo irresponsable de la cosa pública. La cuenta de ese festival especulativo la deberá pagar el resto de la sociedad con despidos, baja en el poder adquisitivo de los salarios e incremento de la pobreza. Con la obligación de ajustar el gasto público en un marco de recesión, el modelo post gradualismo no cierra de otro modo.

A pesar de la suba estratosférica de las tasas de interés de Sturzenegger, de las decenas de miles de millones de dólares que sacrificó el país en estériles intentos de frenar la caída de peso, del acuerdo con el FMI, de las subastas de Caputo y de los pronósticos tranquilizadores de economistas y periodistas amigos del Gobierno, la corrida del dólar todavía no encuentra su meta. La pax cambiaria que se inició con el desembarco de Luis Caputo en el Banco Central duró apenas una semana y en las últimas cuatro ruedas el dólar acumuló un incremento de 2 pesos.

La nueva depreciación del peso se produjo a pesar de que el Central vendió 150 millones de dólares por día provenientes del primer desembolso del crédito del FMI y otros 300 millones de reservas propias. En lo que se parece a una política de estado, cambian los nombres al frente de la autoridad monetaria pero se sigue alimentando la fuga de capitales y la especulación con una deuda cuyo volumen ya compromete a futuras administraciones.

Desde que comenzó la corrida contra el peso, a inicios de diciembre del año pasado, la devaluación fue de casi 70 por ciento, lo que sólo puede derivar en una fenomenal licuación de los salarios que ya comenzó y nadie se anima a pronosticar dónde puede terminar.

El ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli, advirtió que el dólar “no tiene techo” porque el problema de fondo es que “el mercado no le cree a este modelo” y pronosticó que la inflación de este año superará a la de 2017.

Para el economista y consultor Miguel Ángel Broda, los próximos seis meses serán de caída de empleo y aumento de la inflación y coincidió con Pignanelli en la ausencia de techo para el dólar.

Desde afuera no nos ven mejor. El riesgo país que mide JP Morgan cerró el viernes en 586 puntos para Argentina, un 12 por ciento por encima del viernes anterior y un récord desde septiembre de 2015.

Lo llamativo del caso es que después de haber cumplido al pie de la letra con todas las recomendaciones del mercado, retirar el cepo y todas las regulaciones al flujo de capitales golondrina y prometerle disciplina al FMI, para JM Morgan hoy Argentina no es más recomendable que cuando Cristina le declaraba la guerra a los fondos buitre por cadena nacional, el ministerio de Economía estaba en manos del heterodoxo Axel Kicillof y la fiabilidad del Indec era casi nula.

Los únicos países donde la prima de riesgo crediticio es más alta que en Argentina son Venezuela, Ecuador, Líbano y Ucrania. Lo que representa una dificultad no menor para un modelo económico que depende del financiamiento externo para no colapsar.

Otra muestra de la falta de confianza en la economía argentina pudo verse en el desplome de las acciones que se dio la semana pasada a pesar del ascenso a mercado emergente. El miércoles el índice Merval registró una caída histórica de 9 por ciento, un día después rebotó 3,35, pero el último día de la semana volvió a caer, esta vez 3,38 por ciento. Lo curioso es que también cayeron casi todas las acciones argentinas que cotizan en Nueva York, las beneficiarias más directas del recuperado status de emergente.

Empleo en caída, pobreza en aumento

Todos los índices que se difundieron la semana pasada dan cuenta de un creciente deterioro de la economía argentina. Según un informe oficial del ministerio de Trabajo en el primer cuatrimestre se perdieron 94.500 empleos en blanco en todo el país y los rubros más afectados fueron la construcción y la industria.

Según los datos difundidos por el Ministerio, los asalariados e independientes no registrados o en negro suman unos 7.000.000 y 1,5 millones los desocupados, conformando una población activa de casi 21 millones de personas.

Entre los asalariados privados se perdieron 39.800 empleos, monotributistas (2.000), los autónomos (500) y monotributistas sociales (5.700).

Por otra parte, en la misma jornada el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), reveló que el 60% de los asalariados y el 40% de los hogares argentinos no llegó a cubrir el costo de la canasta básica en el primer trimestre del año.

Durante la semana también se dio a conocer un informe de Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la UCA correspondiente a fines del año pasado. Entre otros datos alarmantes, el trabajo señala que más de 48 por ciento de los niños argentinos está por debajo de la línea de pobreza, un 17 por ciento además sufre déficit alimenticio y un 8,5 por ciento directamente pasa hambre.

Según el informe de la UCA, hay cada vez más asistencia a los comedores. Desde 2010 a 2016 esta participación se mantuvo en un rango del 25 por ciento, pero en el último año creció más de cuatro puntos porcentuales y se fue a 32,7 por ciento. “No está siendo suficiente la AUH y la asistencia directa ya que este indicador no ha dejado de subir desde 2014”, señalaron desde la UCA.

El trabajo destaca además que el 51,3 por ciento de la infancia y adolescencia reside en espacios barriales nocivos en términos de la contaminación ambiental. Otros números que preocupan son que la precariedad en la construcción de la vivienda afectó en 2017 a casi el 25 por ciento de la infancia, la situación de hacinamiento al 22,5 por ciento, y las carencias en el espacio del saneamiento al 46,2 por ciento.

Desde la Universidad Católica Argentina advierten que todos esos números podrían acrecentarse en un contexto como el actual con devaluación, inflación, shock tarifario y caída del salario real.

Esperando el ajuste

La preocupación por el rumbo de la economía y los pronósticos poco alentadores en relación a la situación social se convirtieron en los ejes centrales de los discursos políticos. Mientras funcionarios nacionales intentar traer algo de calma con frases alentadoras del tipo “lo peor ya pasó”, desde la oposición no se cansan de anticipar catástrofes.

Desde el acuerdo con el FMI en adelante, quienes están encontrando mayores dificultades para construir una línea de discurso coherente con la historia de su partido son los radicales. Con cada giro del Gobierno hacia el liberalismo, a los dirigentes de la UCR les cuesta un poco más hallar coincidencias ideológicas con sus bases, más identificadas con el espíritu progresista de la primavera alfonsinista que con la ortodoxia del FMI. “Votamos a un gobierno que se decía desarrollista y que se llenaba la boca hablando de Frondizi, pero lo que nos dieron se parece más a Martínez de Hoz”, se quejaba un añoso exmilitante de la vieja Lista Verde.

Lo que pone más nerviosos a los radicales es que la crisis perjudica con intensidad creciente a la clase media, directamente afectada por la devaluación y el freno en la actividad económica. Desde ese grupo votaron a Macri esperando que cumpliera su promesa de eliminar el impuesto a las Ganancias, pero ahora pagan más que antes.

En medio del fuego cruzado, el Gobierno provincial busca posicionarse por encima de esas polémicas y concentrarse en defender los intereses de la provincia. En ese sentido se manifestó Hugo Passalacqua esta semana al referirse a la adhesión de Misiones a la Ley de Responsabilidad Fiscal, sancionada por la Legislatura el jueves. El gobernador se mantuvo firme en el compromiso de brindar gobernabilidad a la gestión que encabeza Macri, pero con la misma firmeza exigió que el ajuste que pretenden llevar adelante la Nación no perjudique a los más vulnerables ni atente contra la solvencia fiscal de las provincias.

“Vamos a bregar todos, aún desde nuestro espacio de oposición, para que las metas de déficit de las cuentas públicas de Nación estén equilibradas para el 2020. Ya muchas provincias –y Misiones entre ellas-, con gran esfuerzo y austeridad han logrado ese equilibrio. Requerimos que la Nación también lo haga y sin perjudicar ni un milímetro a los sectores sociales más vulnerables; como tampoco se afecte la solvencia fiscal y bienestar de las provincias y de Misiones en particular”, expresó el gobernador.

¿Blindaje mediático?

En diciembre de 2007 el entonces secretario de Comercio Interior de la Nación, Guillermo Moreno autorizaba por pedido expreso del expresidente Néstor Kirchner la adquisición de Multicanal por parte de Cablevisión. Con ese acto otorgaba el monopolio de la televisión por cable al grupo Clarín y desoía cuestionamientos de empresas competidoras en el rubro de las telecomunicaciones y de especialistas en la materia a quienes luego el Gobierno de Cristina convocaría para elaborar la Ley de Medios.

El favor le valió al exmandatario el apoyo periodístico de la principal empresa de comunicación del país durante todo el tiempo en que la fusión estuvo bajo análisis. Meses después, la amistad entre el grupo empresario y aquel Gobierno nacional se terminó y Moreno terminó repartiendo indumentaria con la leyenda “Clarín miente”.

Poco más de diez años después el mismo grupo empresario volvió a conseguir que un Gobierno nacional aprobara una fusión que lo pone en una posición casi monopólica, esta vez en lo que se conoce como cuádruple play que integra telefonía fija y móvil, Internet y televisión por cable. La semana pasada, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) autorizó la fusión entre Cablevisión y Telecom.

A pesar de que la CNDC impuso a la nueva empresa, la mayor de telecomunicación del país por mucha diferencia, la obligación de desinvertir en los negocios de telefonía móvil y televisión por cable, el especialista en telecomunicaciones e investigador del Conicet, Martín Becerra, consideró que “la decisión del área de competencia del Gobierno bendice los hechos ya consumados por la fusionada y, de este modo, lo que se difunde como ‘exigencias’ no son sino acuerdos previos concertados con el hoy mayor conglomerado infocomunicacional del país. Esta misma semana la CNDC rechazó las objeciones que habían presentado competidores del Grupo Clarín, como Telefónica, y con ello el rumor era que era inminente la aprobación…lo que pocos creían era que sería tan funcional a los intereses del grupo y tan irrespetuosa de las normas vigentes en materia de defensa de la competencia”, en declaraciones que reproduce el diario Perfil.

Desde el Gobierno nacional aseguran que la creación del nuevo gigante de las telecomunicaciones va a “dinamizar el mercado” y generará condiciones propicias para que lleguen más inversiones en infraestructura en ese rubro.

Desde la oposición entienden en cambio que la autorización que permitió la fusión de las empresas no es otra cosa que un favor a cambio de un “blindaje mediático” que permita al Gobierno nacional reducir el impacto de la debacle económica en la opinión pública.

En el mismo sentido interpretan datos difundidos durante la semana por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) que muestran un incremento de 30 por ciento en el presupuesto que destina Nación a la difusión de actos de gobierno.

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